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La lista de exceptuados (5 de 8)

8 relatos de Ángeles Salvador

La lista de exceptuados (5 de 8)

5. El rapi rapi

Desde las ocho de la mañana que salí con la bici y el cubo en la espalda. Tres panaderías, dos veces al Carrefour Express, tres farmacity. La hora pico de almuerzo fue a las tres, cada vez más tarde la gente con esto de la cuarentena. Hoy pidieron en parrillas, y bebidas. El olor de las papas fritas casi me hace desmayar. Fuimos a la arepera de Yoli que nos hace descuento a los rapis y a los glovers. Compré dos reinas pepiadas y un vaso de papelón con la propina que me dio una señora que esperaba unas toallitas femeninas con urgencia. No hay que agarrar plata, dice la empresa, resulta ahora que el dinero contagia. Antes contagiaba alegría, tranquilidad, sueños, comida rica. Ahora contagia virus.

Entró un pedido de kiosco, pedía paquetes de Marlboro, me tocaron los que llevan la foto del labio y la lengua carcomidas por cáncer en el paquete. Esos me dan buena suerte. Los de la mala suerte, los que me arruinan el día, son los de la foto del cigarrito con la ceniza para abajo, que advierte fumar te deja con la impotencia sexual para toda la vida. Igual yo no fumo, pero es lo peor que me podría pasar ahora, peor que pescarme el corona. Estaba en un quiosco en Pueyrredón y Córdoba y tuve que ir derecho hasta Pueyrredón y Las Heras. Con el cubo vacío pedal sobregirado y suelto y dejando libre el manubrio. Ahora cada vez que el pedido es livianito voy por la ciudad sin manos. Apreciando la arquitectura de Buenos Aires.

Desde hace un año que estoy acá. Me fui de Maracaibo después de las fiestas, cuando mi padre consiguió aquí un trabajo de mozo y pudo comprar la bici para mí. La habitación que me había preparado mi padre no era como yo esperaba, tampoco había comprado ningún carro. Ahora llama todos los días al dueño del bar para pedirle dinero. Pero el dueño le dice que no tiene, que le haga juicio si quiere, pero que no tiene.

Después de comer llevé unas cajas de vinos buenos a un hombre que me dio charla porque está solo desde que empezó esto, que por dónde vivía, que si tenía novia, hasta que soltó el rollo si subía un segundo al ascensor él me podía pagar cinco mil pesos por dejarle que me lo haga. Me dijo que tenía barbijo, guantes de látex y preservativo y que yo no tenía que hacer nada. Y podíamos dejar la bicicleta en el garage. Le dije que no, y que lo iba a denunciar en la aplicación. Y ahí se puso a llorar en la escalera de la entrada y abrió el atado de la boca ampollada y se encendió un cigarrillo. Hablamos un rato largo de la soledad y la economía global. Para mí nada de esto era nuevo. Desde niño vivo así, en la catástrofe. Lo último que conservo es el vago recuerdo de ir subiendo y bajando por el ascensor de servicio con un barbijo en la boca y otros en los ojos.

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+ Info:

Ángeles Salvador nació en Buenos Aires en 1972. Publicó cuentos en diversas antologías y en revistas literarias. Publicó la novela El papel preponderante del oxígeno, Reservoir Books, en 2017 y este año publicará su segunda novela.