Embajada de Espaa en Argentina, aecid, Cooperacin Espaola Cultura/Buenos Aires

Espacio Persianas - Tenemos una sola tierra

Intervención a cargo de Soledad Moisas

Fecha

Hasta el 9 de noviembre 2022

Espacio Persianas - Tenemos una sola tierra

UNA SOLA TIERRA fue el lema de la Conferencia de Estocolmo de 1972 en la que la ONU creó su Programa para el Medio Ambiente. En este 50º aniversario se retoma el mismo lema con el compromiso de los países asumen la Agenda 2030, de transformar el modo de desarrollo y pensar soluciones que no sólo cuiden a la naturaleza, sino que estén basadas esencialmente en ellas.

Este planeta es la única casa que tenemos y como huéspedes estamos dañando sus cimientos, destruyendo su habitabilidad para todas las especies que la cohabitan. Debemos sanar el planeta y esta urgencia es inmediata, ES AHORA y son muchas las acciones que como personas individuales podemos asumir, más allá de las responsabilidades de gobiernos e industrias.

Desde el Espacio Persianas del CCEBA te invitamos a que ejerzas EL PODER DEL CONSUMO RESPONSABLE por eso, antes de comprar un producto, hazte estas preguntas:

¿Lo necesito?
¿Puedo compartirlo o pedirlo prestado?
¿Cómo está hecho?
¿Quién lo ha hecho?
¿Cuánto cuesta y cuánto dura?
¿Puede reciclarse?
¿Por dónde ha llegado?
¿Y si lo miro con perspectiva de género?
¿Qué otras opciones hay?
¿Pero seguro lo necesito?

SOBRE LA OBRA
Cuando hablamos de hábitat, nos referimos a aquellos espacios con determinadas características climáticas, ambientales y geográficas en los que las especies se desarrollan y reproducen porque el territorio ofrece los recursos que necesitan para su subsistencia. A mediados del siglo XX, de la mano del urbanismo empezó a instalarse la distinción de “hábitat construido” para diferenciar aquellos espacios intervenidos por los seres humanos, del enfoque biológico hasta entonces implementado. A grandes rasgos, podría decirse que la gran diferencia consiste en el rol pasivo o activo de las especies en cuanto a la intervención del ecosistema en beneficio de su desarrollo. Claro está que dicha calificación, es específica de la especie humana y su distinción evidencia entre muchas otras cosas, la intervención desmedida que nos llevó a la emergencia ecológica que transitamos actualmente, sometiendo y poniendo en peligro a todas las especies, a la biodiversidad y los recursos naturales globales.

Las corrientes ecofeministas, hace tiempo vienen alertando sobre la necesidad de volver a producir poniendo el ojo en las mal llamadas economías de subsistencia, el cuidado de la tierra y la reproducción de las semillas y en el autoabastecimiento en armonía con la biodiversidad en oposición al modelo de desarrollo capitalista extractivista, patriarcal y ecocida. En esta coyuntura, donde la necesidad de políticas ambientales efectivas es cada vez más apremiante ¿Podremos como especie, volver a pensar el hábitat desde una interacción y consumo responsable?

Nuestros hogares, los hábitats construidos más íntimos, pueden constituirse como marco para tomar pequeñas decisiones y acciones concretas que nos lleven a una reeducación y toma de conciencia en vistas de proteger nuestra tierra, que no es ni más ni menos que nuestra casa colectiva.

Soledad Moisas, pintora oriunda de Ayacucho, nos acerca un poco de estas reflexiones: olemos entre colores el guiso de nuestras abuelas, espiamos desde afuera la cocina mientras somos testigos, entre zanahorias y tomates sobre la mesada; de cómo el espacio íntimo e individual trasciende hacia lo público y colectivo. La activista ecofeminista Vandana Shiva, se cuela por la ventana para decirnos: “hoy la revolución empieza en la cocina”.


Soledad Moisas (Ayacucho, 1983) Estudió cerámica, escultura,  dibujo y pintura desde corta edad en su ciudad natal. En 2005 comienza a asistir a diferentes   talleres de análisis de obra con artistas como Diana Aisenberg, Daniel Garcia y Ernesto Ballesteros. Su trabajo artístico transita entre lienzos, el mural y la gestión cultural. Obtuvo becas y asistió a residencias. A lo largo de los últimos 20 años participó en muestras colectivas, individuales, y como muralista asistió a eventos de arte urbano dentro del país como en el exterior. Sus obras se caracterizan por los colores vibrantes que representan toscamente,  la acumulación de objetos, escenas y escenarios  en  interiores de hogares, donde convergen lo religioso, lo banal, lo político, lo decorativo, lo melancólico, lo individual y lo colectivo, diferentes sectores sociales, tiempos y espacios.